Un multitudinario último adiós al comandante de Bomberos de Rancagua.
Cientos de voluntarios, familiares, amigos y simples vecinos fueron participes más que de una despedida, sino que de un sentido gracias a José Villalobos.
Fue un multitudinario funeral, en la Avenida Bombero Villalobos formaron delegaciones de 21 cuerpos con más de 200 voluntarios de bomberos de nuestra región además de las otras 7 compañías de la capital regional.
Al mismo tiempo el cuartel de la Quinta Compañía del Cuerpo de Bomberos de Rancagua estaba repleto, familiares, amigos y autoridades bomberiles llenaban el recinto. Y esto solo fue el comienzo de un merecido homenaje y una sentida despedida a José Villalobos, comandante del Cuerpo de Bomberos de Rancagua.
José, el Cucho, el Negro, el Villa, falleció la madrugada del sábado 23 de marzo internado en el hospital Barros Luco en Santiago, una rápida e inesperada enfermedad se lo llevó a sus jóvenes 40 años. Días antes tanto su familia de sangre como su familia de ideal -los bomberos de la quinta compañía- habían organizado una gran anticuchada y participado en variadas cadenas de oración por apoyar en lo que necesitara. Pero pese a que lucho hasta el último, su cuerpo no resistió más y raudo partió al llamado del cuartel celestial.
Los que quedamos acá en la madrugada de ese sábado escuchamos las replicas de ese llamado en los lamentos de las sirenas de los cuarteles que sonaron despidiendo al comandante, y se replicaron en toda la región el sábado en la noche cuando el Consejo de Comandantes mediante ese símbolo decide homenajear a quien fuese Punto Focal Regional. Es que José no sólo era voluntario de Rancagua, era un bombero cabal y como punto focal era el encargado de coordinar el accionar de la institución en las grandes emergencias, así incansable se lo vio dirigiendo los grandes incendios forestales, coordinando y dirigiendo el apoyo que O’Higgins envió a Chillán o preocupado de los rescates durante las grandes inundaciones. Mucho más podríamos decir sobre este joven comandante, un héroe local. Podríamos decir que profesionalmente prestó grandes servicios al interior de una ambulancia SAMU, o que junto a su familia había montado una Pyme de transporte o como sus dos hijos han continuado sus pasos en la brigada juvenil. Variados son los mensajes de apoyo en redes sociales que acreditan lo querido y extrañado que fue.
Pero volviendo a lo que fue su despedida este domingo. Tras el servicio religioso el féretro fue cargado en el carro mortuorio de Bomberos, siendo escoltado por los estandartes de todos los cuerpos presentes y en la por fuera de los estandartes los voluntarios de su querida quinta compañía, cuartel al que ingresara como brigadier en 1996 a sus 13 años y que con un lastimero toque de sirena lo despidiera.
Abrían el cortejo el estandarte del Cuerpo de Bomberos de Rancagua, llevado y escoltado por voluntarios honorarios de la unidad, y por el estandarte de la quinta, de la Bomba New York.
Tras el carro mortuorio iban la familia y amigos, y tras ellos marchaba el directorio general, junto a oficiales nacionales, los comandantes de la región, las delegaciones de otros Cuerpos de Bomberos cerrando el paso las 7 otras compañías de Rancagua, recordemos que la quinta -la compañía doliente- marchaba junto al cuerpo. Y tras los voluntarios una gran fila de carros, eran al menos un par de kilómetros de cortejo el que el domingo en la tarde noche desfilo entre el cuartel quinta y el cementerio Parque Jardín Las Flores, al tiempo de que de manera espontanea vecinos salieron a la avenida a aplaudir el paso del cortejo.
Ya en el cementerio continuaron los homenajes y las palabras de cariño. Todo para despedir a alguien que se fue antes de lo que queríamos, un joven de solo 40 años que dio su vida protegiendo a la comunidad especialmente a su ciudad de Rancagua.
Fuente : El Rancaguino